jueves, 9 de febrero de 2012

FIABILIDAD O DESCOMPOSICIÓN



Nada ni nadie, ha impedido que el pueblo español se exprese libremente para elegir a sus gobernantes en este periodo de monarquía parlamentaria. El Rey de todos, el que no tiene militancia política, habla de justicia igualitaria, habla de unidad y prosperidad; viaja al exterior representando a España con la máxima dignidad.


Cada país tiene su personalidad; el nuestro ha mostrado un estilo propio, caracterizado por un largo periodo de prosperidad al amparo de la monarquía. Otros países del entorno cuya tradición democrática viene de lejos se han permitido darse otros regímenes políticos, no sin pasar empero, convulsos periodos, hasta que se han estabilizado.

La tradición española durante el siglo XlX, ha sido la interminable sucesión de pronunciamientos (golpes) para desgracia de nuestra evolución como sociedad. Durante el siglo xx, hemos visto que cuando la monarquía se sustituyo por otras fórmulas al amparo de intrigas e ilegalidades y ante objetivos nada constructivos, dio como resultado el enfrentamiento social (guerra civil). Pues no podía establecerse una república sin republicanos (una democracia sin demócratas). Aquellos partidos no concebían un proyecto nacional en alternancia y en paz, no podían ver con su sectarismo que sus conciudadanos ejercieran su libertad; no había un proyecto en común.


Este proyecto común (en España) no debería representarle quien aspira a un enfoque parcial; y es parcial aquel que milita en los confines de una ideología, aunque se le suponga buena fé.



No es la presente opinión una coartada para adular a un sistema político, pues no hay nada definitivo ni concluyente en la dinámica histórica. Solo podríamos alabar los esfuerzos que muchos han hecho para garantizar los derechos básicos de la especie humana; y quien tiene visiones incompletas de estos conceptos está inhabilitado para cubrir las etapas transcendentes hacia nuestra convivencia y estabilidad como nación.
 
La monarquía no representa el pensamiento uniformado; para ello ya están los que vacían de contenido a la sociedad que quieren alienar, los que en nombre de la libertad (de la suya) han sometido a pueblos y generaciones para después eludir sus culpas señalando a otros.

Nuestro sistema de monarquía parlamentaria si garantiza un amplio rango de libertades, incluso aquellos que vulneran principios básicos en los derechos de quien no puede defenderse. Pero para muchos todavía no es suficiente; aspiran a la totalidad del espacio, al libertinaje y la injusticia, a desembarazarse de las escasas trabas de la dignidad nacional y aplicar su proyecto al albur de su desenfreno.

Ser republicano o monárquico es indistinto, son opiniones o preferencias. Incluso más allá de esta consideración dual e inocua se percibe una apropiación interesada por aquellos que pretenden socavar los valores que sustentan a nuestra nación. 


No se conforman con haber crecido bajo el paraguas de la imparcialidad; aspiran al control de la totalidad bajo una visión sectaria. No quieren un territorio acotado con normas morales y escrúpulos para la convivencia de todos; quieren el control del territorio bajo formulas a imponer, incluso a modo de juguete de la máxima figura estatal.

Lo sorprendente, es que algunos de los llamados ``monárquicos,´ ´atizan el fuego de la pira organizada contra el Rey y su familia, y quieren quedar bien con su falsa ingenuidad. Hablan para un público que olvida con facilidad la trayectoria que les ha traído el éxito, la paz y la estabilidad; se aprovechan de los inexpertos analíticos y las partes morbosas de la sociedad para el lucro personal, haciendo el juego a los artífices de la destrucción.
  
Nuestro comentario no es sinónimo de lenidad en cuanto a los errores y faltas del entorno de la Casa Real. Humanos somos todos; pues el yerro puntual y punitivo no es identificable para la descalificación de la monarquía. Lo que sí es repudiable, es el pensamiento enemigo de España, sea o no formulablemente político.

La mentalidad de muchos ``valientes´´ es el deseo de atacar lo impoluto, agreden directamente los valores y la estructura que les sustentan; destruyen el edificio para arreglar una gotera sin darse cuenta que ellos están dentro. España es como un jardín de grandes flores aromáticas. Sepamos guardar sus semillas para los que vengan.

http://www.casareal.es/

GABRIEL ÚBEDA
Concejal del Ayuntamiento de Porzuna.

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