INCENDIOS FORESTALES PRIMERA PARTE
CENTREMOS LAS IDEAS
Cuando la ilusión preside
nuestros actos no debemos temer la contrariedad de los resultados.
Los incendios forestales suponen
un agente de regresión en el monte y algunas veces también de renovación. La
alternancia de estos supuestos han configurado mosaicos vegetales con
diferentes estados evolutivos y fisionómicos. La recurrencia de los incendios
supone para nuestros paisajes una devaluación y una lacra que intentamos frenar
o erradicar.
El rayo y muy esporádicamente la
autocombustion de turbas suponen un porcentaje mínimo en el origen de los
incendios. Son otras las causas que acechan al monte, incluyendo a pirómanos;
no obstante aquí estamos para recomenzar cuantas veces haga falta y además con
creciente empeño y determinación.
La mentalidad que debe adoptarse
en la gestión de los montes mediterráneos es la de tener en cuenta que pueden y
suelen arder. Por tanto no cabe política forestal que no tenga en cuenta esto.
Este criterio lo venimos utilizando en la práctica de forma voluntaria y
altruista para detener en seco un posible incendio.
A veces los amantes de la
Naturaleza se conforman con poco (convencionalmente expresado), pues un liquen
o un musgo ya son mucho. Desde un tomillo hasta las encinas monopódicas de las
cañadas, vemos una historia que nos habla de la resistencia pasiva de los
grandes árboles ante el fuego. Como esto es cierto, debemos preguntarnos por
los métodos a utilizar mediante una selvicultura preventiva que emule unos
resultados ya experimentados por usos tradicionales y aún mejorables con las
nuevas propuestas.
La base de la biodiversidad se
sustenta en la variabilidad de los hábitats. Ante la inevitabilidad de los
incendios forestales proponemos de forma resumida una serie de argumentos:
1-Personal de extinción más
profesionalizado. También atenderá los trabajos de selvicultura preventiva.
Conocedores de su comarca (caminos, montes, parajes, formaciones vegetales…), amantes
de su profesión, de la Naturaleza y de su tierra.
2-Infraectructuras adecuadas para
el ataque directo de conatos. Vías de penetración rápidas y seguras a modo de
fajas cortafuegos de anchura suficiente para poder dar contrafuego si fuera
preciso. Algunas cañadas (vías pecuarias) podrían habilitarse con este fin.
Cortafuegos o fajas a sotavento
de cresterías.
3-Actuaciones selvicolas sobre
parte de la masa procurando eliminar selectivamente combustible (pasto,
matorral pirófito, restos diversos) para eliminar o desconectar los estratos
que al arder lleguen a las copas de los arboles con la convección.
Fragmentar, desconectar
horizontal y verticalmente los combustibles y desconcertar el avance del fuego;
si este no se detuviera causaría un daño relativo. En definitiva se trata de
conseguir estructuras vegetales en lugares estratégicos que detengan o
ralenticen el avance del fuego.
4- Tras la cosecha de cereal
deberían establecerse junto al monte cortafuegos mediante gradeo; al menos con
una anchura de 15 metros.
5-Control de personas que
circulen por los caminos rurales (vigilancia de los montes).
6-Las vías pecuarias transcurren
generalmente por vaguadas húmedas. Las que tienen poco transito de ganado
deberían desbrozarse durante el último mes de primavera para provocar el brote
de herbáceas estivales verdes (grama, cenizos, verdolagas…), algunas de ellas
cargadas de sales, de difícil combustión.
7-Homologacion de las normas
aéreas en todo el estado que afectan a los medios de extinción. Esta es una disfunción
a salvar, eliminando trabas y burocracias territoriales que solo denotan un
falso orgullo de la parcialidad interesada (y no sobre el medio natural).
8-Como mínimo debe existir una
patrulla de vigilancia cada 5.000 has, y no solo para observar con pasividad,
si no también dialogar, indagar y
explicar a la gente del medio rural la problemática de los incendios y
sobre la gestión del monte en general.
9-Campañas de mentalización a los
escolares y las gentes del medio rural, indicando de forma didáctica los
valores que encierran nuestros montes y los usos múltiples y beneficiosos que
de ellos se desprenden.
10-Un análisis minucioso sobre la
grandeza de nuestra diversidad forestal debería suscitar una apremiante
atención redoblada en nuestros políticos, para mejorar el ambiente de la
forestaría.
Los sistemas mejoran espoleados
por la crítica; los asientos deben ser incómodos para no dormir en la
complacencia de lo vitalicio. El sistema inmunológico de muchas
administraciones tiene las defensas bajas, porque la crítica es liviana. Vayan
pues; unas consideraciones para exacerbar algunas conciencias acomodadas:
Muchas de las ayudas económicas
destinadas para la mejora de los sistemas forestales han sido denegadas a
particulares para beneficio de empresas ahítas de complacencias (desde hace
muchos años) en los aledaños de la administración y cuya gestión tiene mucho
que desear; más bien rozando lo punible. Para los profesionales que se dedican
a esto debería ser sencilla la interpretación de los condicionados técnicos
exigibles para una correcta labor, tanto preventiva de los incendios como para
la mejora de las masas forestales. Más bien podríamos decir, que para no dañar
ambientes impolutos y profanar la inteligencia genuina vertida en nuestros
puristas conservadores, deberían dedicarse a otra cosa.
Muchos agentes forestales avalan
esta opinión en privado; nosotros lo hacemos en público, porque no hemos
cobrado, no cobramos y no cobraremos.
Es hora de proscribir ese
desmedido interés por los beneficios económicos; ello supone una espiral
perniciosa que olvida el verdadero objetivo conservacionista. No objetamos el
beneficio honradamente conseguido; lo apoyamos, pero bajo una correcta
supervisión efectuada por lo que de autoridad limpia quede.
Cuando la ilusión reina,
apartamos el abismo de la indiferencia por lo transcendente, para que la buena
gente lo pueda agradecer.
Gabriel Ubeda
Concejal del
Ayuntamiento de Porzuna
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